Para ganar tiempo, avanzamos de madrugada hacia el nuevo destino. La nieve o más concretamente el hielo, nos retiene en una empinada cuesta de la que salimos gracias a la ayuda de unos forzudos noruegos equipados con cuerdas y su potente carruaje mejor equipado para estos lares (de recompensa se llevan unos caramelos belgas y un par de birras). Esa madrugada dormimos en el coche en el pueblo que tiene el ferry como frontera infranqueable hasta que regrese la luz del astro que alumbra con uñas. Quiero tener un pálpito en el púlpito, quiero dejar caer mis piernas en la inmensidad de lo profundo y paso a paso, esta vez con más rocas que nieve y todo mejor acondicionado (aunque un poco mancillado por la marabunta), se llega al destino y se pierde la noción del tiempo.
De regreso al coche la merendona y la carretera nos esperan camino de Bergen hasta otro paso fronterizo que nos regala, esperando al próximo ferry matinal, un amplio baño pulcro que hace las veces de cabaña.... (a los "5 minutos" un oportuno sonido: "rrrriiing" es el móvil por la mañana avisando de que ya es de día y que el barco "comecoches" está en camino así que corre corre que te pillo que te recojo todo que te meto en el coche que aprovecho el baño por última vez y que sigue la aventura).
viernes, 30 de octubre de 2009
30-10-09 -- Pálpito en el Púlpito
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2 comentarios:
Espero que te hayas quedado con la ruta. ¡Yo quiero ver el púlpito! ¡Y Bergen! Y todo, todo, todo, me faltan días!!!!
Me he quedado con las rutas pero vamos a viajar más que el aguila blanca cambiando de polo.
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